Las reseñas de Laura Zurita en la 69 SEMINCI:
Sing Sing
Divine G (Colman Domingo), encarcelado en Sing Sing por un crimen que no cometió, encuentra un propósito actuando en un grupo de teatro junto a otros hombres encarcelados, incluido un recién llegado desconfiado (Clarence Maclin), en esta conmovedora historia real de resiliencia, humanidad y el poder transformador del arte, protagonizada por un inolvidable elenco de actores excarcelados.
Sing Sing está dirigida por Greg Kwedar sobre un guion de John H. Richardson, Brent Buell y Clint Bentle. En su reparto encontramos a Colman Domingo, Clarence Maclin, Sean Blackman, Paul Raci, David Giraudy, John Divine G Whitfield, Patrick Griffin, Mosi Eagle y James Williams. La película se estrenará en España de mano de Madfer Films y Alfa Pictures.
El teatro crea un microcosmos en la prisión
Sing Sing es una película integrada en el universo carcelario, pero lo hace desde una perspectiva poco convencional: la del teatro. Los dramas carcelarios son casi un género en sí mismos, que nos ha regalado varias grandes películas de reclusos luchando por su libertad. Por citar solo unas pocas, Cadena perpetua (Frank Darabont, 1994), La milla verde (Frank Darabont,1999) y Huida de Alcatraz (Don Siegel, 1979) son ejemplos clásicos.
Más cercano en tema a Sing Sing está la estupenda César debe morir (Vittorio Taviani y Paolo Taviani, 2012), que mostraba a un grupo de reclusos que eran actores aficionados interpretando la inmortal obra de Shakespeare. La película profundiza en la vertiente rehabilitadora y terapéutica del taller teatral para los presos que participan en él, ya que encuentran en el escenario una vía para expresar sus emociones y buscar una redención.
En Sing Sing vemos lo que sucede en la preparación de la obra, cómo los reclusos trabajan con su cuerpo y sus emociones. Al mostrar cómo el teatro puede ayudar a los reclusos a conectar con sus emociones y a desarrollar nuevas habilidades, la película nos hace reflexionar sobre la importancia del aprendizaje y el autoconocimiento, y sobre cómo la pobreza y las limitaciones de la infancia y la juventud contribuyen a formar personas que no han terminado de desarrollarse, y las empuja hacia la marginalidad.
Sing Sing nos presenta a Big D, el líder del programa teatral, un hombre con recursos e inteligencia y un gran deseo de libertad. Sabemos poco de su vida anterior, aunque parece que nació en un barrio conflictivo, tiene un historial de delincuencia leve y un caso que le fue cargado injustamente, algo no raro en el caso de jóvenes negros y pobres. Es un hombre con recursos, escribe y dirige, pero el sistema no lo ha tratado con generosidad. Entabla una relación con otro recluso, Divine Eye, de educación más tosca y menos escrupulosa, y ambos reclusos influirán en la vida del otro. Los intercambios de ambos están llenos de fuerza y de vida, y son los mejores momentos de la película. Junto a ellos, el profesor de teatro, que trabaja con empatía y está firmemente interesado en crear, dentro de sus posibilidades, una vida mejor para los reclusos.
En el grupo de teatro los reclusos hacen mucho más que actuar. Sing Sing sugiere que, para ellos, el taller de teatro es el centro de su vida en la cárcel, un espacio donde el profesor los trata como seres humanos, un momento de confort, ilusión y creatividad, donde pueden dar rienda suelta a sus capacidades y son valorados por ellos mismos, y no por su vida anterior.
Dúo interpretativo que deslumbra y conmueve
El guion es conmovedor y se dirige a las emociones del espectador. La película es un retrato de la vida en prisión, centrándose en el personaje de Divine G. Esta es una manera de eludir los aspectos menos amables y más turbios de la población carcelaria, de los que pueden ocuparse otras películas. No obstante, al centrarse en el lado amable, la película trata de manera superficial las condiciones del sistema carcelario y cómo condicionan la vida futura de los reclusos.
Lo que más destaca es la poderosa interpretación de Colman Domingo, que encarna a Big D con una sensibilidad y profundidad excepcionales. Clarence «Divine Eye» Maclin, como él mismo, presta a su personaje una inseguridad y rabia que nos hace entrever toda una vida de desdichas. Merece la pena asimismo nombrar a Paul Raici como Brent Bruelle, el profesor de teatro, un hombre con una fuerza interior bajo un exterior frágil. Gran parte del resto de los actores son ex-presidiarios que se interpretan a sí mismos con una honradez que deja a la vista hombres sensibles y heridos. Las actuaciones de todos transmiten dolor, fragilidad y la esperanza de estos hombres que buscan una segunda oportunidad.
En conclusión, Sing Sing ofrece una mirada conmovedora y esperanzadora al mundo carcelario, con unas magníficas interpretaciones que deslumbran y emociones. Al centrarse en el lado más humano de los reclusos, la película elude algunos de los aspectos más duros y complejos del sistema penitenciario. Sin embargo, logra transmitir un mensaje poderoso sobre la importancia de la rehabilitación y la segunda oportunidad.